Alejandra Batista Perales
El psicoanálisis fue inicialmente llamado “la cura a través del habla”. Habla que surge de la persona y que no muchas veces es consciente de lo que se está diciendo. El psicoanálisis es una experiencia de lenguaje, se trata de un sujeto que habla a un analista que tiene como respuesta su interpretación.
Si las palabras curan eso quiere decir que son también las palabras las que enferman. El psicoanálisis es, entonces, en las palabras, el habla, y el lenguaje.
Un par de años atrás llega a mi consultorio P.: una mujer joven de recién cumplidos 20 años. Auto-denominándose influencer. Me saluda de una forma llamativamente amable, se sienta y me mira durante unos segundos sonriendo.
P.: “¿Me conoces?” Preguntó.
“Te voy a conocer, si así lo deseas.” Respondí.
El inicio de la relación íntima entre paciente y analista, podría instalarse partiendo de su demanda.
P.: ”Hablo de que si me has visto en Instagram o TikTok. Tengo como unos ochocientos mil seguidores en Instagram; y casi quinientos mil seguidores en TikTok. Todo el mundo me conoce.”
“¿Y aquí cómo te vas a conocer?” Pregunté enseguida.
P.: “No quiero que la fama se me salga de las manos.” Respondió.
P.: “No sé cómo llegué a tu podcast. Me gustó mucho tu voz. Y no quiero verme muy atrevida, pero no pensé que fueras tan guapa. Yo soy gay, muy tipo tomboy, ¿Cuántos años tienes?”
“¿Cuántos años tengo?” Pregunté.
P.: “Sí, te ves super chavita, ¿cuántos años tendrás? ¿Unos veinte?”
“Pueden ser 20 o 30 o 15.” Respondí con una sonrisa.
- respondió riendo.
Quisiera detenerme aquí para esclarecer que con P. he recurrido al humor a favor de su análisis.
En sus primeras entrevistas, me parecía que existía una peculiaridad en la transferencia con P.; el vínculo transferencial (en mi opinión) sería posible cuando yo lograra desinvestirme de la actitud moralizante y evitar también la complicidad con la recién adulto. El humor ha sido una buena herramienta.
En el análisis de P. he sostenido una imagen representacional diferente a aquellas que ya posee. La recién adulto puede vislumbrar el juego de identificaciones en forma más amplia, especialmente cuando la analista es percibida como capaz de una comprensión de lo inconsciente que implica entender sus dificultades y conflictos en su entorno.
¿A qué me enfrentaría? Al narcisismo de mi paciente y mío. Me expreso sobre el narcisismo como una constitución que se expresa en el lazo libidinal hacia lo propio y la postura agresiva hacia lo que se considera ajeno o desconocido. Es un momento donde la realidad se construye, de buscar referentes identificatorios, el aumento de las exigencias de los ideales, nutrido en P. por las Redes Sociales, por
lo que la interpretaciones analíticas podrían fragilizar el Yo y, por lo tanto, estarían alertas todas las defensas de la analizante que en una parte de sí que no deseaba ser cuestionada.
- llega a sesión para hablarme sobre una experiencia con sustancias psicoactivas que tuvo el fin de semana en una fiesta. Habló explícitamente de sus efectos, parecía incluso bajo un discurso presuntuoso. Después, habló de sus experiencias sexuales, y por último, de lo peligroso que es el ambiente de farándula.
El deseo de reemplazar al padre muerto y la supresión de tales deseos trajo una gran desesperación y rigidez administrativa, tendiendo a negar los deseos interraciales y, en el mejor de los casos, a prohibir el superyó de niños y hermanos.
“Peligroso ¿cómo?” Pregunté.
P.: “Sí, es mucho dinero, mucho alcohol; sexo, las drogas las ves todo el tiempo. Si no te sabes controlar, te puedes dejar llevar y entras a la perdición.”
“¿Tú te sabes controlar?” pregunté.
- rió: “¿No ves todo lo que te conté?
“¿Qué tengo que ver?” volví a preguntar.
- “¿Qué piensas sobre el sexo?”
“¿Cuál sexo?”
- Ríe. “Sobre tener sexo. ¿Es normal que me encante tener sexo si me violaron cuando era chica?”
“¿Te abusaron sexualmente?” Pregunté.
- “Eso dice mi mamá. Hace 10 años. Yo no me acuerdo. Yo solo me acuerdo de haber perdido mi virginidad a los 17. Porque aunque dice mi mamá que me violaron y hay un expediente y estuve en terapia un año, para mí, yo no había tenido sexo con nadie hasta los 17; hasta que lo probé y me encantó. Después, descubrí que nadie toca a una mujer como otra mujer.”
Desde el psicoanálisis, me referiré específicamente a la experiencia del desamparo, y la incertidumbre que la acompaña, el dolor de la muerte y la posibilidad de un control narcisista incompetente ante la vulnerabilidad humana.
“¿Y quién te abusó?”
- “Dice mi mamá que fue entre mi prima y mi primo. Que hasta hay video. Te juro que no tengo recuerdo alguno. Y yo solo le reclamo a mi mamá: ¿Por qué no hiciste lo que Kris Jenner y vendiste mi video? ¡Hubiera sido famosa desde antes!”
Al comienzo de su teoría, Freud entendió la transferencia como una repetición del regreso de lo reprimido. Es decir, desde la dinámica inconsciente, los recuerdos de la infancia se devuelven a través de la transferencia, estos recuerdos han llegado efectivamente a la representación de las palabras, con inscripciones en el plano de la memoria. Pero, ¿Cómo escuchar los retornos negativos, es decir, en el agujero de la memoria? ¿Cómo lidiar con las representaciones de palabras no alcanzadas?
¿Cómo pensar en las historias que lleva el sujeto neurótico estando más allá de su alcance, y se difunden negativamente porque son historias traumáticas sin procesar ya veces secretas de su generación anterior? Freud conecta el trauma y las no ligaduras con la pulsión de muerte y nos muestra que esta pierde inversión y se destruye, crea lagunas en la memoria, dejando sólo huellas que quedan fuera de la representación simbólica, lo que dificultará la reorganización y dejará huellas que no se pueden representar.
Me parecía que una de las tareas con P. no sólo sería restaurar su historial (es decir, el regreso de lo reprimido, con inscripciones de memoria), sino ante todo, historizar
la simbolización a través de la transferencia (es decir, rastrear la memoria para construir su inscripción). Surgía el misterio de cómo realizar el proceso psicoanalítico con P., el proceso de establecer repeticiones en función de las deficiencias, defectos y confusión en transferencia.
P.: Llega unos minutos retrasados a su sesión.
P.: “Oye, ¿y no te asustas?”
“¿De qué?”
P.: “De todo lo que te cuento.”
“¿Tú te asustas de todo lo que me cuentas?”
P.: “Perdón por llegar tarde, estaba haciendo un live en Instagram.” Cambia de tema.
Asiento con mi cabeza.
P.: “Hablaba de lo importante que es cuidar nuestra salud mental e invitaba a los chicos a ir a terapia. ¿Puedo algún día hacer un live contigo?”
“¿Para qué?” Pregunto.
P.: “Para que hables de psicoanálisis.”
“Tengo el podcast donde hablo de psicoanálisis.”
P.: “Sí, bueno, me refería a hablar de psicoanálisis conmigo, aquí en tu consultorio. Tienes un consultorio muy bonito. El otro día estaba pensando en eso, en dar tu contacto a mis fans para que vengan. Tal vez, incluso grabar un live mientras me psicoanalizas. Publicidad gratis, ventajas de que sea tu paciente.”
“Tus seguidores te ven, ven tu vida, te han visto llorar y reír, conocen a tu familia y amigos tuyos. El análisis es un espacio íntimo, me llama la atención que quieras convertir algo íntimo en público.” Respondí.
- ha recurrido en distintas ocasiones a provocar que se le compruebe de dicha confidencialidad y confiabilidad que ofrece el espacio analítico para que se pueda abrir a un ambiente continente donde pueda asociar libremente.
Recordando la frase que me repite constantemente mi supervisor que como analistas debíamos de servirnos de nuestro inconsciente para analizar al paciente; es indispensable que el analista sea analizado reflexiono lo siguiente:
Sabemos que el análisis del analista se puede considerar desde diferentes ángulos. El narcisismo y la arrogancia se expresan en fantasías, como el padre perfecto o la madre perfecta. Esta situación evita la posibilidad de mostrar dolor, realizar autoanálisis y convertirse en un paciente que sufre de dolor o competencia.
A este respecto me cito a Freud: “El Yo ideal es ahora el objeto del amor a sí mismo que disfruta el Yo en la infancia. El narcisismo del sujeto aparece invistiendo este nuevo ideal Yoico, que como el yo infantil posee toda perfección. Como siempre, adonde la libido está implicada, hay un deseo de no perder la satisfacción que un día se gozó… Así, el ideal es el substituto del perdido narcisismo de la infancia, época en que el sujeto era su propio ideal”.
Se trata de una referencia a las principales identidades que son indistinguibles. Estas identidades constituyen, por tanto, la base para el análisis de la identidad, es decir, “la fusión de ideales e ideales”, ya que la realización del concepto de narcisismo restringe el desarrollo analítico, provocando así un tipo de narcisismo. Estas características incluyen la ilusión de precisión y omnipotencia, el costo del cumplimiento irrestricto del analizante y la dificultad para distinguirse de él.
El narcisismo del analista es idealizado, ambicioso, omnipotente y expresionista. Y el narcisismo satisfecho en el análisis autoritario es auto-resonante, por lo que no vale la pena analizarlo para establecer una transferencia mutuamente beneficiosa.
P.: “En realidad, me gustaría que vieran de qué se trata el psicoanálisis…” Hace una pausa. “¿Cómo funciona el psicoanálisis con niños? ¿Tú psicoanalizas niños?”
No respondí.
P.: “¿Cuál es la diferencia entre psicoanálisis de niños y de adultos?”
“Bueno, en el psicoanálisis infantil, el análisis surge alrededor del juego.”
P.: “¿Cómo? ¿Juegan?”
“Así es.”
La sesión siguiente P. trajo un juego de mesa, UNO.
P.: ”Mira lo que encontré, tiene años que no juego UNO, yo creo que desde que era una nena. ¿Podemos jugar?”
Me senté en el piso.
“Saca las cartas.”
La sonrisa de P. abarcó todo su rostro.
“Me llama la atención que trajiste hoy a sesión un jugabas que no jugabas desde niña.” señalé mientras jugábamos.
P.: ”Fue súper buena idea, ¿no? Me estoy divirtiendo como enano, se me había olvidado lo divertido que es.”
“Me parece que es una forma especial de regresar a la infancia. De ser niña otra vez.” Dije.
Los ojos de P. se humedecen.
- “Creo que anoche soñé con mi violación. Había fumado mucha marihuana y creo que lo soñé. O tal vez, me acordé.”Hubo un silencio de un par de minutos por parte de ambas. Lágrimas comienzan a caer del rostro de P.
Coloqué mi mano en su hombro. “P. Puedes convertir este espacio en el lugar para hablar de esto. Yo te voy a escuchar.”
La probabilidad de que el analizante diga su verdad depende no solo de él, sino también de si el analista puede escucharlo. Me parece necesario sentirnos atraídos por la historia personal y colectiva de los analizantes. Al rechazar la posición de la persona que rescata al analizante de la soledad y la incertidumbre, el analista mostrará la distinción entre la función Real y la función simbólica asumida, para luego interpretar y aceptar los significantes que surjan.Mi postura con P. ha sido estar. Estar, para escuchar sus experiencias.
Hubo un par de semanas donde al terminar la sesión P. continuaba hablando.“Sí, bueno, solo deja te cuento esto rápido.” Era común escuchar al finalizar las sesiones.
“¿45 minutos no son suficientes?” Pregunté con humor una vez.
P.: ”No, es bien poquito tiempo, te pasas.” Respondió.
“Me paso.. ¿de poquito tiempo?” Pregunté.
P.:”Se me pasa súper rápido el tiempo. Es muy poquito tiempo.”
Sugerí una segunda sesión de análisis. P. comenzó a asistir dos veces a la semana.
En la historia de P. se vislumbra una ausencia de interlocutores. Muchas veces el análisis no es estrictamente por situaciones sintomáticas, si no, porque muchas veces el analizante no tiene con quién hablar.
P.: ”Es bien bonito platicar contigo.” Dijo P. en una ocasión.“¿Platicar?” pregunté.
P.: ”Bueno, tienes razón, no platicar, porque tú casi ni hablas, pero es bien bonito hablar de mis cosas, y me escuchas. Y es bien bonito venir, porque muchas veces, veo las cosas diferentes, y no me regañas, ni me juzgas, ni te espantas. Siento que nadie me entiende como tú, y eso que no somos de la misma edad.”
“¿Eso que no somos de la misma edad?” Interpreté eso como referente a la adultez.
P.: “Bueno, yo sé que eres más grande que yo. Para ser psicoanalista tuviste que ir a la universidad, hacer una maestría, un doctorado, y todas esas cosas, y son muchos años. Por eso sé que eres más grande que yo. Pero calma, te ves más joven, no te vayas a enojar, eh.”
“¿Por qué me enojaría?”
P.: “Porque las mujeres tenemos un problema con la edad. Como que queremos vernos y sentirnos jóvenes siempre.”
“¿Qué mujeres hacen eso?” Pregunté.
P: ”¿No ves todos los anuncios de cremas para ser joven? Mi mamá gasta muchísimo dinero en verse joven, yo ya lo hago también. Yo estoy segura de que tú haces eso, te ves super joven. En TikTok suben un buen de tips. “
No respondí.
P: ”Oye Ale, yo te quiero decir que eres diferente a las mujeres que conozco. Ya te dije, nadie me entiende como tú. Me siento bien a gusto aquí. Estoy segura de que tú también te sientes a gusto conmigo, sé que te la pasas bien. Aunque no me lo digas, yo sé que hay mucho amor entre tú y yo.”“Esa diferencia es la que permite que te analices. Hay amor entre ti y las mujeres de tu vida. ¿Qué lugar ocuparía tu análisis si me convierto en una mujer de tu vida?”
El analista no ocupará la posición del objeto que quiere el analizante, puede representarlo, pero es necesario soltar esta ilusión de convertirse en un objeto necesario en la situación de análisis. Cuando el sujeto comienza a hablar, habla desde otro lugar, lo que puede devolver preguntas sobre su existencia. El analizante no puede identificar este otro lugar, porque en todo caso, es la relación entre su otra persona, su propio padre o madre, y su extraño. Satisfacer la necesidad de amor del analizado o intentarlo implica que eso es lo que falta.
La creación del sujeto que debe ser conocido depende de las necesidades del analizante que quiere ser amado, siempre que la persona que tiene el conocimiento y le brinda la verdad final sobre sí mismo pueda probar su existencia. La verdad fáctica atribuida al analizante es el motor de la empatía, que proporciona la ilusión de encontrar a alguien que garantice la certeza del enunciado de identidad y encubra el vacío irreversible de la falta de existencia.
La transferencia le da al analizante una creencia que es producto del amor y le hace al analista ocupar la posición del objeto del amor, porque el analizante cree que el analista tiene lo que le falta. En el trabajo analítico, esta creencia debe cuestionarse.
¿Qué hubiera ocurrido si yo le hubiera respondido aquella demanda en vez de cuestionarla?
Perdería mi función y no le permitiría a P. descubrir su propia verdad, ni le permitiría negarse a negar la falta de la otra parte, pensando que es omnipotente y no tiene fisuras. De esta forma, me atribuiría una omnipotencia resultado de la colusión ambas para negar el corte de la castración. Y es por eso la importancia de que el análisis requiere que los analistas realicen su propio análisis. El reconocimiento de la mente inconsciente sólo es posible en el campo de la transferencia, por lo que el análisis del analista es indispensable, y su particularidad dota a la forma de análisis de características innovadoras.
El día que P. habló de su abuso sexual.
Anteriormente P. había olvidado los pagos de su sesión. Se presentaban lapsus al transferir los honorarios a otra persona. Asistía en días que no correspondían a su
análisis demandando se le recibiera porque “ya estaba ahí”, me enviaba mensajes repetidamente a pesar de no responder o responder “lo vemos en sesión.” Actos que le señalé y cuestioné. Tanto en mi supervisión como en mi análisis vi que estaba viviendo en transferencia su abuso.
El encuentro pone en juego la transferencia con la empatía y la construcción de un espacio analítico, donde el analista, convoca las angustias, el sufrimiento y el deseo de conocerse así como abre la esperanza a un cambio psíquico y al crecimiento personal.
- llega puntual a sesión y sin decir una sola palabra se recuesta en el diván. Pide la caja de pañuelos. Y comienza a recordar. Asocia los actos del abuso sexual con distintas conductas que ella reproduce en el acto sexual con sus parejas actuales.
Freud menciona que “la transferencia es sólo una pieza de repetición y la repetición es la transferencia del pasado olvidado”. De esta forma, nos hace entender que la repetición se entiende como una acción, más que como una transcripción que logra la traducción en la capa de la memoria. Entiende la conducta como una forma de recordar, pero el paciente no se da cuenta. La forma en que el paciente trae un recuerdo a la conducta parece ser una impresión inconexa y no simbólica. Y continúa diciéndonos: “El paciente repite sin saber que lo hace, y durante el tratamiento no se liberará de esta compulsión de repetición; uno comprende, al fin, que ésta es una manera de recordar”.
Al término de esa sesión, P. toma los pañuelos que ocupó y los guarda en su bolsa.
- “Gracias, Ale.”
Asiento con mi cabeza.
Manejando la empatía, intentaría transformar la repetición forzada en memoria y síntomas históricos, y dotarlos de una nueva forma de transcripción que sí se traduce en forma de palabras simbólicas.
Actualmente P. se ve impulsada por participar en movimientos sociales y ha encabezado debates cuestionando los modelos sociales y morales. Se hace llamar a sí misma como la voz de los suyos.
Hablar de transferencia es la búsqueda de la transformación, significa que la repetición es la fuerza impulsora de la transformación, no solo el regreso de la repetición.
Con el paso del tiempo P. ha recordado con mayor claridad su abuso sexual, sesiones, que confieso, resultaron angustiantes. A su vez, P. decidió renunciar al uso de sustancias psicoactivas.
Me parece que el acto de consumir sustancias estaría asociado con repetir el sentimiento de desaparición. Esta experiencia analítica comienza con una relación de transferencia, una especie de discurso, y luego se convierte en un camino de memoria. P. comienza a ser capaz de historizar la ausencia, sin la necesidad de estar bajo los efectos de las sustancias; desaparecer como una fantasía de morir.
Con base en lo anterior, los efectos del análisis no han sido solo restaurar la memoria de la analizante, que estaría relacionado con el regreso de lo reprimido, sino también poder establecer a través de la transferencia para contar una historia mediante la creación de historias simbólicas. Historia; es decir, volver con la huella que dejó el hueco de la memoria, y probar una nueva transcripción para convertirla en una representación de palabras.
Podría pensar que las huellas que deja la brecha de memoria son huellas de trauma, manifestadas como impresiones de memoria sin articulaciones, por lo tanto, contiene elementos de terror. Es en el espacio analítico, a través de la relación de transferencia, que el analizante podrá volver a reproducir este estado terrible, ilógico y desencantado, y tratará de explicarlo, haciendo un silencio traumático. Las huellas se transforman en traumas históricos, con sonidos y audibles, en los que la impresión desarticulada se convierte en representación simbólica, tratando de convertirlas en representaciones verbales, simbolizando el discurso, para distinguir su historia de otras historias.
Del silencio al habla, la transformación de la representación de objetos a la representación de palabras hace que P. reviviera. Entonces, en el futuro, se puede esperar que ya no sea la repetición de espacios muertos, sino que se realicen
narrativas vívidas con “voz propia”, en las que las palabras simbólicas tienen la posibilidad de creación y restauración.
Mientras eros triunfe sobre la pulsión de muerte, podemos decir que mientras la analizante logre usar palabras en lugar de la muerte, el mundo interior de P. puede transformarse. Finalmente, esto le permite separarse y acercarse al objeto sin perderse, encontrar su significado, encontrar su propia personalidad, sentirse autor de la historia, distinguirse de los que pertenecen a otra historia y asumirlo.
Bibliografía:
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